LA TRADUCCIÓN COMO PROCESO COGNITIVO

LA ESENCIA DEL FENÓMENO DE LA TRADUCCIÓN

DEFINICIÓN DE TRADUCCIÓN

Hay numerosas definiciones de traducción porque se trata de un proceso muy complejo.

La traducción es un proceso interpretativo y comunicativo que consiste en la reformulación de un texto con los medios de otra lengua que se desarrolla en un contexto social concreto y tiene una finalidad determinada. Se define como:

· Acto de comunicación: la traducción tiene una finalidad comunicativa para que un destinatario que desconozca la lengua o la cultura de esa lengua pueda entenderlo. Según el destinatario, el traductor se adaptará.

· Operación textual: la traducción se sitúa en el plano del habla. No se traducen unidades aisladas y descontextualizadas, sino que se traducen textos. Para ello, debemos tener en cuenta los mecanismos de funcionamiento textual (coherencia, cohesión), los géneros textuales... Los mecanismos varían de lengua a lengua.

· Actividad cognitiva: sujeto traductor.

LA TRADUCCIÓN COMO PROCESO COGNITIVO

La traducción es un proceso cognitivo, es decir, producto de la actividad de una serie de mecanismos de captación y comprensión de mensajes que llegan al cerebro. Traducir es un proceso cognitivo que implica complejas operaciones y disciplinas muy diversas. Una de las razones por las que son tantas las disciplinas implicadas es que se da una multitud de objetos / experiencias diferentes, así como por el hecho de que la traducción y la interpretación estén estrechamente conectadas a la cognición general del ser humano. Desde esta perspectiva cognitiva, el proceso traductor es un caso especial del procesamiento de información que debe ser estudiado de tal forma que este principio quede reflejado en su justa medida.

Tanto la decodificación del texto en una lengua origen (LO) como la codificación del mismo en una lengua meta (LM) o lengua de traducción (LT), se realiza por medio de una representación mental que no es específica de ninguna lengua en particular. Es precisamente en esta representación o esquema donde se encuentra el núcleo de la correspondencia entre las lenguas. La traducción y la interpretación consisten tanto en el análisis como en la síntesis y producción de información. Más concretamente consisten en comprender el TLO (Texto en lengua origen) y construir el TLM (Texto en lengua meta). Comprender, por una parte, es procesar el texto con referencia a conocimientos que ya tenemos y analizarlo para extraer su información; y construir, por otra, consiste en la organización de conocimientos existentes para su transmisión como información en un texto en la LT. Estas operaciones son muy parecidas al procesamiento y producción de información.

La traducción como proceso cognitivo añadido o superpuesto al anterior supone tanto comparación como selección, precisando de los mismos procedimientos que venimos explicando en este capítulo, sólo que además añade un conjunto complementario de datos. Asimismo, el traductor o intérprete tiene que conseguir una serie de correspondencias entre dos sistemas de representaciones (uno de la LO y otro de la LT) que puedan ser más o menos similares.

Los diferentes sistemas de representación que hemos estudiado transmiten una perspectiva determinada, dependiendo de las necesidades y objetivos del hombre en su relación con el mundo que le rodea. Es evidente que el hombre tiene, en primer lugar, unas necesidades biológicas de relación con el entorno, tanto por sus condiciones físicas, como por su ubicación y relación con el espacio y el tiempo. Otro tipo de necesidades son las socioculturales, éticas y morales, etc., siendo algunas de ellas más básicas que otras. Para explicar el proceso que parcialmente conocemos, hemos de partir del hecho de que es imposible la transmisión completa de la información de una lengua a otra, pero que esta imposibilidad no se debe a la naturaleza de la traducción, sino a las características mismas de la misma comunicación ya que nuestra cognición funciona así.

Hemos de aceptar que, al igual que tenemos un sistema de percepción selectivo, la traducción en sí es un procedimiento de selección de datos. La transmisión parcial de la información es parte de su esencia, ya que incluso en la comunicación en la que hay una sola lengua implicada, no llegamos a comunicar nunca completamente lo que en realidad queremos comunicar, ni siquiera cuando nos limitamos a reproducir algo que hemos oído o leído.

De lo que acabamos de explicar se deduce que, en la mayoría de las ocasiones, al tratar de explicar el proceso traductológico, ponemos el énfasis donde no deberíamos. No se puede hablar de la imposibilidad de la traducción argumentando que las lenguas codifican la experiencia de forma diferente, o porque no se dan equivalencias perfectas entre ellas. Afirmar esto es pensar que la verdadera naturaleza del fenómeno de la traducción es la transposición o suplantación de significados y no la búsqueda del sentido entre los significados expuestos en el TO, para así ir en busca de la equivalencia comunicativa.

De esta forma errónea focalizamos la pérdida de información cuando lo que tenemos que hacer es todo lo contrario, es decir, investigar y elaborar los núcleos básicos del significado conceptual y semántico que sí se pueden transmitir porque son comunes a todas las lenguas y culturas. La verdad es que, aunque saludemos de forma diferente y el humor sea distinto en las diferentes culturas, tenemos una cosa en común: la forma en que todos percibimos y estructuramos estas percepciones en jerarquías de esquemas básicos que están precisamente determinados por nuestra experiencia física y biológica. Esta experiencia común hace que todos miremos el mundo desde la misma perspectiva, porque nuestro mundo, tal como lo hemos construido, es antropocéntrico.

El núcleo de nuestra experiencia básica sigue siendo estable, aunque pueda darse una cierta variación en lo que concierne al significado llamado periférico. Esto significa sencillamente que poseemos un sistema de representaciones por medio de las cuales tenemos acceso al mundo real, a nuestras relaciones con otras personas y a nuestra propia subjetividad. No obstante, hemos de añadir que, aunque puede haber más o menos variación en lo que concierne al significado periférico, el núcleo de nuestra experiencia básica no cambia. Éste es fundamental y es de aquello de lo que partimos para el establecimiento de equivalencias. Por todo lo expuesto, es necesario variar nuestro concepto de traducción hacia un modelo del proceso de traducción más afín a lo que realmente ocurre en nuestro cerebro. Un modelo de traducción con validez psicológica que se base en la estructuración jerarquizada de la información.

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